LAS LUCES ENGAÑOSAS DE ERKS

Los testimonios sobre la ciudad intraterrena de Erks, supuestamente ubicada en las profundidades del cerro Uritorco en Córdoba, Argentina, han proliferado en las últimas décadas. Sus defensores la describen como un paraíso subterráneo habitado por seres de luz benevolentes, maestros ascendidos y guías espirituales dedicados a la evolución de la humanidad. Sin embargo, un análisis profundo de las tradiciones espirituales milenarias nos revela una verdad mucho más inquietante: estamos ante una de las manifestaciones más sofisticadas de lo que los antiguos textos denominaban “el engaño luminoso”.

La tradición hermética, desde el antiguo Egipto hasta los gnósticos, nos advierte sobre entidades que habitan los planos inferiores del astral, maestras del engaño y el “glamour”, capaces de manifestarse como seres de luz precisamente para ocultar su verdadera naturaleza vampírica. El esoterista francés Éliphas Lévi, en su “Dogma y ritual de alta magia”, describía a estas entidades como “larvas astrales” que se alimentan de la energía psíquica de los incautos, presentándose siempre con apariencias seductoras y mensajes de falsa esperanza.

La ubicación misma de Erks resulta reveladora: las tradiciones andinas precolombinas consideraban a ciertas montañas como portales hacia el inframundo, no en un sentido necesariamente infernal, pero sí como accesos a dimensiones habitadas por entidades ambiguas y potencialmente peligrosas. Los chamanes advertían específicamente sobre lugares donde “la luz brilla demasiado”, considerándolos trampas para el espíritu.

La metodología operativa de los seres de Erks sigue con precisión inquietante los patrones descritos en los grimorios medievales sobre las estrategias de engaño demoniaco: primero, la manifestación luminosa que deslumbra y paraliza el discernimiento; segundo, la promesa de conocimientos superiores y evolución espiritual; tercero, el establecimiento de una dependencia psíquica a través de “iniciaciones”, “contactos” y “mantas” que, en realidad, son rituales de vinculación energética donde el practicante cede, sin saberlo, porciones de su fuerza vital al guía humano y las entidades no humanas.

La literatura teosófica del siglo XIX ya advertía sobre las “hermandades sombrías” que operan precisamente presentándose como “hermandades de luz”. Helena Blavatsky dedicó varios pasajes de “La doctrina secreta” a describir cómo estas entidades han establecido verdaderas ciudades en dimensiones paralelas, usando la tecnología psíquica para crear espejismos de grandeza y sabiduría.

Especialmente revelador resulta el testimonio de aquellos que han tenido contacto prolongado con Erks: reportan sensaciones de “expansión de consciencia” y “elevación espiritual”, pero un análisis cuidadoso revela los signos clásicos de la parasitación energética: fatiga crónica, obsesión compulsiva con el “contacto”, alejamiento de relaciones personales previas, dependencia del guía humano y una peculiar incapacidad para cuestionar o analizar críticamente las experiencias.

Los antiguos cabalistas describían a ciertos entes llamados “klippoth luminosos”, manifestaciones del lado oscuro del árbol de la vida que se presentan con apariencia seráfica precisamente para engañar a los buscadores espirituales. Su “modus operandi” coincide perfectamente con los reportes sobre Erks: promesas de iniciación, mensajes de salvación planetaria y la creación de una dependencia psíquica irracional presentada como “vínculo espiritual”.

La geografía energética del cerro Uritorco, lejos de ser un punto de luz como se proclama, muestra las características que los geomantes tradicionales asociaban con los “vórtices invertidos”: puntos donde las energías telúricas son manipuladas por entidades del bajo astral para crear portales de absorción energética. Los antiguos radiestesistas ya marcaban estos puntos en sus mapas, advirtiendo sobre lugares donde la radiación aparentemente positiva ocultaba un núcleo de absorción vampírica.

Es particularmente significativo que los supuestos mensajes de Erks sigan el patrón clásico de lo que la demonología tradicional llama “inversión sutil”: conceptos espirituales verdaderos son ligeramente distorsionados, creando una desviación que, aunque imperceptible al principio, termina conduciendo al buscador hacia un estado de confusión y dependencia energética.

Las técnicas de “contacto” promovidas por los defensores de Erks revelan, bajo análisis profundo, las características clásicas de los rituales de vinculación con entidades parásitas: el uso de visualizaciones que abren el plexo solar (principal punto de anclaje de las entidades vampíricas según la tradición hermética), mantras que resuenan con frecuencias del bajo astral, y sobre todo meditaciones que, lejos de elevar la consciencia, la sincronizan con las vibraciones de estos seres.

Los verdaderos maestros espirituales de todas las tradiciones han advertido consistentemente sobre estos “falsos edenes” subterráneos. San Juan de la Cruz, en su “Noche oscura”, describe específicamente el peligro de las “luces seductoras” que prometen evolución espiritual sin esfuerzo real, un sello distintivo de las operaciones de Erks.

La conclusión, respaldada por milenios de sabiduría esotérica y exotérica, es clara: Erks representa una manifestación contemporánea de un fenómeno tan antiguo como la búsqueda espiritual misma… la capacidad de las entidades parasitarias de crear espejismos de luz para capturar la energía y la voluntad de los buscadores sinceros pero desprevenidos.

Las luces de Erks son engañosas.

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